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La «opción» del concurso

En los últimos cuatro o cinco años son muchas las pequeñas y medianas empresas españolas que han ido aumentando sus deudas, al caer ventas y beneficios y quizás no prever a tiempo un redimensionamiento de su negocio. Y aunque muchos no lo vean o les cueste admitirlo, la mayoría de empresarios en esta situación tan común han utilizado sus ahorros personales e hipotecado inmuebles, intentando así resistir a la crisis económica.

Sin duda, la reducción de créditos y préstamos bancarios ha agravado el panorama. Debe reconocerse, sin embargo, que cuando se consume el patrimonio personal y una empresa es incapaz de devolver lo aportado por los accionistas, remontar sus ventas y beneficios e incluso de hacer frente a sus deudas, nos hallamos ante una empresa en crisis. El concurso deja de ser una cosa que les pasa a los demás para pasar a ser una opción (o incluso una obligación).

Efectivamente, hay tres vías para resolver la situación:

  • Vender la compañía (aunque no es el mejor momento para hacerlo, en términos de los que se sacará por ella).
  • Un acuerdo extrajudicial con los acreedores, que no puede imponérseles.
  • O una solución judicial: acogerse a los beneficios y protección del concurso de acreedores, que la ley impone como obligación cuando la insolvencia es real o inminente.

Si se desea conservar la propiedad de la empresa y se dan la situación de insolvencia real o inminente, la obligación del empresario es solicitar que la empresa se declare en concurso con anticipación. Es decir, antes que la situación sea demasiado grave. Si ello es así, puede aspirarse a tramitar un concurso de continuidad (la empresa continúa funcionando, si bien bajo la supervisión e intervención de un administrador concursal) con la esperanza de reestructurar la deuda mediante un convenio de acreedores. Pueden establecerse reducciones de deuda (quitas) y plazos largos de devolución del resto de deuda. Todo ello suponiendo que los acreedores creen todavía en la viabilidad de la empresa en concurso.

Si se llega demasiado tarde al concurso, cuando la actividad de la empresa ya está perjudicada, lo más probable es que ni reestructurando la deuda (por ser excesiva y los activos demasiado pequeños) pueda creerse en la continuidad de la empresa. En ese caso, el concurso será de liquidación: se venden los activos de la empresa y se paga proporcionalmente a los acreedores (dicho de forma simplificada). En ese caso, huelga decir que el empresario perderá su empresa.

Pero antes de llegar a una solución como la descrita, vale la pena considerar la venta de la empresa en crisis. Es un proceso no exento de muchas dificultades y, como se indicaba más arriba, no vamos a obtener mucho dinero por la compañía.

En todo caso, la venta de una empresa en crisis precisa  de un buen asesoramiento, de profesionales en la compraventa de empresas del ámbito financiero (como ArsCorporate) pero también del ámbito legal (con los que ArsCorporate hace frecuentemente equipo). La posibilidad y proximidad de un concurso hacen imprescindible esta coordinación y trabajo en equipo, como especialistas en la gestión de situaciones financieras difíciles.

Y a la hora de considerar vender la compañía antes de que un concurso sea inevitable, formar parte de una red global de firmas de fusiones y adquisiciones global, como ArsCorporate, que es el miembro español de M&A WORLDWIDE, una alianza internacional con presencia en más de 35 países y en 4 continentes, puede darnos visibilidad ante muchísimos más potenciales interesados en la empresa. Una empresa en mala situación financiera será vista como una oportunidad de entrar a precio bajo en un nuevo mercado, siempre que los fundamentales de la empresa todavía no se hayan deteriorado a nivel operativo.

Pero para que ello pueda pasar, hay que actuar con anticipación y realismo, analizando posibles escenarios mucho antes de que la situación aconseje u obligue a solicitar el concurso de acreedores.

Si se entra en concurso, las posibilidades de vender la compañía y quizás hacer algo de caja se desvanecen. Cuando una empresa está en concurso llegarán ofertas realmente bajas. Además, lo más probable es que se pueda vender la empresa, o parte de ella, mediante lo que se conoce como “venta de unidad productiva”, un proceso para salvar unidades productivas y puestos de trabajo sin que el comprador asuma las deudas (o una gran parte de ellas).

Una compra de unidad productiva puede ser una excelente manera de comprar una empresa. Precisando: la mejor parte o los mejores elementos de una empresa (por ejemplo, sus marcas, su mejor maquinaria, su cartera de clientes, el número de empleados realmente necesario para encarar el futuro, etc.).

No perdamos de vista, sin embargo, que el producto de la venta de una unidad productiva va a parar a los acreedores, no a los propietarios de la empresa: lo que se saque por ella sirve para pagar, aunque sea de forma parcial, las deudas a los acreedores.

Si desea evaluar alguna de las situaciones descritas, no dude en contactar a ArsCorporate y concertar una reunión con nuestros especialistas en compra venta de empresas familiares y negocios como empresas medianas o empresas grandes. Nuestros asesores y consultores disponen de muchos años de experiencia en la compra venta.

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